Si un árbol cae -Conversaciones en torno a la guerra de los Balcanes -Isabel Nuñez

La guerra es algo inherente al hombre, desde el principio de la humanidad la fuerza ha sido la forma de someter a otros. No existe civilización que no esté marcada por la sombra de la muerte y la destrucción, cuyo rastro de sangre no esté escrito al lado de sus logros y avances. Nos guste o no, las cosas son así. Pero posiblemente el Siglo XX haya sido, o nos ofrezca esa percepción, el más violento, por el número de victimas, no solo militares sino civiles, que se han convertido en batallón de castigo, en objetivo militar para buscar la sublevación de estos contra el poder establecido como estrategia militar o simplemente, como parte de limpiezas étnicas o buscar la repoblación de los lugares conquistados con civiles propios. Las dos grandes guerras mundiales, el incontable número de guerras civiles, desde Europa a África. Matanzas por ideologías, religión o simplemente, motivos económicos, que mueven los hilos para que la marioneta de turno arraigada al sillón presidencial sea favorable a sus intereses. Cuentas bancarias manchadas de sangre. Oraciones con conciencias cargadas. Nacionalismos como excusas violentas.


Uno de los conflictos con menos literatura a su alrededor es la Guerra de los Balcanes, y eso que fue donde mayor protagonismo han tenido medios de comunicación e intelectuales, que no dudaron en poner su poder a favor de la propaganda necesaria para hacer creer a la población que cada guerra, cada batalla, cada barbarie era justa y necesaria, un ejercicio cínico de autodefensa, amparado por la inoperancia de Europa, que cerró los ojos ante lo que quisieron enmascarar como un conflicto nacional del que no podían tomar cartas en el asunto hasta que fue demasiado tarde. Un conflicto que luego ha sido diezmado para poder alinear los bandos de buenos y malos, cuando las únicas victimas fueron los civiles masacrados. Una lucha de poder y egoísmo en el que monstruos como Milosevic,  Radovan Karadžić, Mladic, Arkan... sembraron la antigua Yugoslavia de odio y muerte, de desolación criminal. Pero no penséis que Franjo Tudjman no tiene sus manos manchadas de sangre, los croatas que encerraban a los Bosnios en campos de concentración, como hicieron décadas atrás los Ustachi.

Y no creáis que la forma de actuar de los albano kosovares estaba limpia, cuyas ejecuciones de serbios por el simplemente hecho de su origen étnico no debe pasar al olvido. Aún así, hay mucho que contar, que leer, que escribir sobre la guerra de los Balcanes, más allá de la historia reconocida como oficial. Una historia llena de dolor. Isabel Nuñez, publicó este fantástico libro, en el que no pretendáis encontrar pasajes oscuros, porque no es una historia de un genocidio, sino la entrevista a escritores que se encontraron inmersos en aquellos días. Los que escuchaban escuchar las bombas caer, los que cruzaron fronteras huyendo del horror. Los que luego en sus letras han intentado reflejar lo vivido en aquellos tiempos. Entrevista tras entrevista. Distintos puntos de vista con grandes confluencias. Una historia vivida, un pasado común que saltó en pedazos, provocando que una sociedad multiétnica se convirtiese en refugio del odio nacional de diferentes pueblos. Añoranza de viejos tiempos, dolor por lo que se quedó por el camino, sueños que no volverán, pasos atrás en algunos casos como en Bosnia.




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